sábado, 25 de abril de 2009

El David y el colosalismo de Miguel Ángel

La "terribilitá" miguelangelesca

David, el Gigante

El David, obra de Miguel Ángel, fue realizada en mármol de carrara ya desbastado. Fue un encargo de los mercaderes de la lana de Florencia al escultor. Situada antiguamente en la Plaza de la Signoría de Florencia, pero actualmente se encuentra en la Galería de la Academia de esta ciudad. Esta obra le supuso el triunfo en su ciudad y de su noción de la escultura clásica.
Conocida como el Gigante, ya que mide más de cinco metros de altura, es la personificación de los valores cívicos y religiosos de la ciudad de Florencia. Recupera la noción de la escultura colosal, que había podido ver en Roma y crea, como Polícleto, un nuevo cánon que fascinó a sus contemporáneos. Es una concepción heroica del ser humano, fusión de un cuerpo bello, de anatomía perfecta y de un movimiento anímico interior que se refleja en el rostro, en un proceso de dentro a afuera. Es la obra más popular del artista y representa a David en el momento inmediatamente anterior a lanzar la honda contra Goliat, con el brazo en posición de lanzamiento. El personaje dirige sus ojos hacia el horizonte, con una mirada reflexiva cargada de fuerza y determinación, al tiempo que posa sobre sus hombros la honda con que habrá de derribar a Goliat. Mientras que el David de Donatello muestra la acción ya concluida, Miguel Ángel muestra el momento anterior a su desarrollo.
El David posee unas extremidades poderosas, con manos y pies desproporcionados con respecto al cuerpo; los brazos replegados hacia el tronco, cuerpo en tensión, pero poca musculatura debido a que lo hizo en un bloque de mármol plano. Destaca la perfección anatómica, la mirada serena a la vez que profunda y dramática: la terribilitá de Miguel Angel.

La obra de juventud: La Piedad del Vaticano

Composición de la Piedad del Vaticano

Piedad del Vaticano

La Piedad del Vaticano es la única obra firmada por Miguel Ángel. Obra de juventud del artista, se sintió siempre plenamente satisfecho de ella. Es una escultura en mármol que representa el tema de la Piedad cuando María coge en sus brazos a Cristo muerto. La iconografía es gótica y no italiana, justificable por ser francés el comitente (el Cardenal Biheres de Lagraulas), no volviendo nunca a repetirla, aunque trató el tema otras veces.

Concebida para una visión frontal, el momento terrible se plasma con recogimiento, contención y silencio tan elocuentes como opuestas a otras similares del autor. Junto a esta profundidad de los sentimientos del alma, hay todo un alarde en la colocación de los volúmenes y en el tratamiento de las superficies. Sobre todo contrasta el cuerpo desnudo de Cristo, límpido, de silueta y anatomía perfectas, con la Virgen, que solo muestra sus manos y el rostro, cubierta de la cabeza a los pies con una vestimenta de complicadísimos pliegues cuyo efecto de volumen, luz y tactilidad resultan espectaculares. La composición tiene una estructura piramidal y equilibrada.

Muestra a una Virgen María muy joven, en actitud serena y llena de dulzura ante la muerte de su hijo. La concepción miguelangelesca de una Virgen María intemporal queda de relieve en esta obra. Cristo está representado con corrección anatómica.



La Escultura de Miguel Ángel


Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) es el principal escultor del Cinquecento en Italia. Su aparición implicó la transformación más espectacular e importante de la escultura italiana. Su genio es tal, que todo queda oscurecido por él; dando paso a un antes y a un después en el devenir artístico del arte moderno. Se forma en Florencia, trabajando en pintura con Ghirlandaio y en escultura con Bertoldo, teniendo acceso al famoso jardín de los Médici, donde pudo estudiar la estatuaria clásica y adquirir los conocimientos, técnicas y recursos de los escultores de la Antigüedad. Estudioso desde su juventud de Ghiberti y Donatello, cuyo sistema de relieve plano imitará en la Madonna de la Escalera y de los testimonios antiguos, tras una estancia en Bolonia se asentará en Roma donde culminará la forja de su estilo. Él siempre se consideró más escultor que pintor o arquitecto. Aunque empleó otros materiales, sobre todo trabajó el mármol blanco de Carrara, para crear obras caracterizadas por la grandiosidad, el estudio perfecto de la anatomía y la fuerza interior de los personajes que representa.

Desde un principio estima que la escultura debe trascender la espiritualidad que le da vida. Entre sus primeras obras está la “Virgen de la Escalera”, relieve que muestra las formas y la alegoría en la representación.

Es un relieve de fondo dorado que muestra profundidad con figuras de más volumen más cerca y de menor volumen cuanto más lejos. Presenta monunentalidad en las figuras, que son muy corpulentas.

La Piedad del Vaticano, el David, el Sepulcro del papa Julio II, al que concibió como un complejo escultórico de más de cuarenta esculturas y que iba a estar situado Bajo la cúpula de San Pedro del Vaticano; al final quedó reducido a un grupo escultórico de menor tamaño donde destaca el Moisés. La Piedad de Florencia y la Piedad Rondanini son otras dos obras a destacar. A ellas se une otra obra más: la Tumba de los Médici, Lorenzo y Giuliano en San Lorenzo de Florencia.

Tuvo tres intereses y tres períodos:

a) La búsqueda de la belleza en las primeras obras, llenas de quietud, serenidad y tranquilidad (1491-1505), donde impera la noción clásica. Gusto por el intimismo y la exaltación del valor del ser humano. En esta etapa le influye el Apolo de Belvedere y el Laocoonte. Gusto por el desnudo y el contraposto propio de los griegos. De este período son la Piedad del Vaticano y el David de Florencia, siguiendo la Piedad los modelos neoplatónicos en su composición triangular.

b) La expresión de los sentimientos, a través de los gestos , expresiones y la colocación de las figuras, abandonando la proporción clásica en su período de madurez (1505-1534). En el Sepulcro de Julio II, el Moisés muestra el profundo cambio operado en Miguel Ángel, que abandona el equilibrio propio del Renacimiento y muestra la terribilitá miguelangelesca o potencia dramática que transmiten sus esculturas. Se mantiene, sin embargo, el gusto por los grandes volúmenes. La calidad del mármol sigue siendo la misma, aunque empieza a jugar con contrastes en el acabado de la piedra, con lo que consigue aumentar la diferencia entre los distintos aspectos de la barba, la piel o las ropas. De este período son también las tallas de la Capilla funeraria de los Médici. En ella se aprecia la evolución de estos años del autor.

c) La expresión absoluta, que busca en sus últimos años (1534-1564). El cambio fundamental se observa en el alargamiento de los cuerpos, la ruptura de un grupo cerrado e inscrito en una composición triangular y en el acabado de las figuras. La carga expresiva sustituye a la perfección formal. El contraste entre superficies pulidas y sin pulir realzan aún más si cabe, el carácter espiritual de sus últimas obras. La razón se halla en la búsqueda incesante de la belleza interior. A este período pertenecen la Piedad de Florencia y la Piedad Rondanini. Es el período Manierista a finales del siglo XVI, en el que se acerca al Barroco con esculturas de composición abierta y en tensión, esbeltas y refinadas, con elegancia en las líneas que se cruzan y el empleo de ejes helicoidales.

La Basílica de San Pedro del Vaticano y Miguel Ángel


Tambor y cúpula de San Pedro.




La otra obra por la cual se conoce a Miguel Ángel como arquitecto es la Basílica de San Pedro del Vaticano. En ella Miguel Ángel vuelve a la idea de planta centralizada, planteada pòr Bramante, en forma de cruz griega con brazos rematados en ábsides. Abandona los planos de Antonio da Sangallo y recibe la autorización del Papa para replantear la fábrica de San Pedro. La planta centralizada miguelangelesca está dominada por una gran cúpula sobre tambor con columnas pareadas que hacen de contrafuertes en las que descansan los nervios y ventanas. La cúpula tiene estructura doble y la linterna culmina la cúpula.

Los muros y la enorme plasticidad y articulación de los mismos a partir de pilares y enormes pilastras corintias engarzándose unos a otros, alcanzando un efecto y dinamismo hasta entonces nunca visto. Todo ello a escala colosal.

La Biblioteca Laurenciana de Miguel Ángel



Entre las principales obras de Miguel Ángel, dentro de la arquitectura de Miguel Ángel destaca la Biblioteca Laurenciana: En 1534 la familia Médici decide crear una Biblioteca pública. El proyecto se encargará a Miguel Ángel, que acometerá otras empreses por encargo de esta familia.
La Biblioteca se proyecta con dos núcleos desnivelados: el zaguán, vestíbulo o ricetto y el salón de lectura. Al principio, ambos estaban a igual altura, pero después se cambió la idea. Se dispone con un gran basamento con las puertas de acceso y ménsulas pareadas; sobre él va el cuerpo principal, al nivel del salón de lectura, concebido en relación inversa, con columnas pareadas dóricas rehundidas y paramentos salientes, reforzados con vanos ciegos superpuestos, molduras, golas y guirnaldas. El tercer piso es similar, pero con pilastras. El espacio de acceso a la sala de lectura es un vestíbulo rodeado de por elementos arquitectónicos (columnas, frontones, modillones) que no poseen ninguna función constructiva sino sólo decorativa. Es un ámbito de reducidas dimensiones en el que Miguel Ángel juega con la arquitectura para impactar al visitante antes de acceder a la sala de lectura.
La escalera de acceso, exenta y con todo el protagonismo, resulta de un medido juego óptico en la distribución de los volúmenes en un espacio pequeño. En esta obra logró la máxima fantasía, originalidad y virtuosismo en el uso de las estructuras arquitectónicas y los elementos clásicos. La escalera, de forma caprichosa y única, ocupa la mitad del vestíbulo, con tres rampas que se unifican en el descansillo central, para acceder en un solo tramo a la puerta de acceso al salón de lectura. Éste, colocado una planta más arriba que el vestíbulo, es un largo y diáfano prisma de techo plano de madera encasetonada y decorada. Los muros se articulaban con pilastras, entre las que se abren ventanas de rico molduraje, bajo las cuales se disponen los pupitres de lectura con los libros. El contraste entre sete espacio, pausado y armónico y el del ricetto, tenso y comprimido, es completo.

Miguel Ángel: Arquitecto



La arquitectura de Miguel Ángel

El genial florentino se inició en la arquitectura por encargo de los Médici con la fachada de la Capilla de León X de Castel Sant'Angelo de Roma en 1514. En 1515 León X le ordenó un concurso para realizar la fachada de la Basílica de San Lorenzo en Florencia. Ideó un tipo innovador de fachada templaria, enriquecida con estatuas, pero el Papa detuvo la empresa en 1520. Ese mismo año le encargaba la construcción de la Capilla Médici o Sacristía Nueva. Su estructura es similar a la Sacristía Vieja de Brunelleschi: un espacio cúbico con cúpula encasetonada. Miguel Ágel trata las superficies, articulación y órdenes de un modo licencioso e innovador, y funde escultura y arquitectura en un todo. En 1524 diseña la Biblioteca Laurenciana, también en San Lorenzo, formada por el salón de lectura y el vestíbulo, donde prosiguen las novedades de su lenguaje arquitectónico. También diseña las defensas de la ciudad en la guerra contra los Medici y el emperador Carlos V (1529).
En 1534 se fue a Roma, donde pasó el resto de su vida. Reordenó la Plaza del Capitolio (1539), haciendo un espacio trapezoidal, con un impresionante dibujo en el suelo, cuyo centro es la estatua romana de Marco Aurelio. Remodeló el edificio fortificado del Palacio del Senado, creando su actual fachada con la gran escalinata, sus balcones y el potente orden corintio. También modificó el Palacio de los Conservadores, con su actual fachada de orden corintio gigante. El piso inferior jónico adintelado sobre columnas que cobija un soportal, y el piso superior con balcones. Cerró la plaza trazando el Palacio Nuevo, que es una réplica del de los Conservadores: por la zona occidental dispuso una balaustrada y la gran rampa conocida como cordonata. En esta plaza se usó por vez primera el orden colosal en edificios civiles, y se creó un espacio urbano donde jugaban un papel esencial las estatuas clásicas que en él se integraban.
Miguel Ángel se encargó también de remodelar las puertas de Roma, pero sólo hizo la Porta Pía, que quedó inconclusa hasta el siglo XIX.
Pero el gran reto de Miguel Ángel fue la prosecución de San Pedro. Las muertes de Antonio da Sangallo el Joven y de Giulio Romano en 1546, sucesores de Bramante y Rafael al frente de la nueva fábrica de San Pedro del Vaticano, provocan que el papa Paulo III nombre a Miguel Ángel como nuevo arquitecto. El genial florentino consiguió arrumbar el proyecto de Sangallo (al que sus enemigos habían tildado de “gótico”, el peor insulto que se podía dedicar a un artista en el Cinquecento), modificar las cimentaciones y quedar con las manos libres para hacer su propio diseño.
Volvió de nuevo a la planta central con cuatro brazos iguales, jerarquizado todo por la gran cúpula sobre tambor, flanqueada por cuatro pequeñas en sus diagonales. Los brazos de la cuz acaban en grandes ábsides, y en los pies un pórtico columnado, nunca definido. Cuando muere parecía que la obra estaba a punto de concluirse, pero al no estar resuelto el problema de los pies, la vieja discusión de iglesia central o longitudinal siguió abierta. Miguel Ángel concibe su proyecto a partir de potentísimos muros y pilares, articulados por pilastras corintias, engarzándose unos con otros con un efecto plástico hasta entonces nunca alcanzado, todo ello a escala colosal. La cúpula se alza sobre un tambor opaco, con potentes contrarrestos con columnas pareadas y ventanales en los lunetos. La media naranja, proyectada de doble casco, no era tan apuntada como la que ejecutó posteriormente Giacomo della Porta.
Miguel Ángel mostró con su arquitectura las posibilidades inagotables del lenguaje clásico, llevando al límite las posibilidades inventivas y de imaginación, como ya dijeron sus contemporáneos y se plasma en obras como la Capilla Sforza en Santa María Maggiore de Roma con sus angulaciones, o en Santa María degli Angeli; pero a la vez, violentando intencionadamente los órdenes dio paso a la licencia, al capricho y a la bizarría, iniciando así una corriente en la que los aspectos peculiares de cada artífice, la "maniera", son capitales, dando paso a la individualización del lenguaje clásico, que por su propia esencia es universal e impersonal.



Miguel Ángel. Un hombre del Renacimiento

jueves, 16 de abril de 2009

La Última Cena de Leonardo


"La última cena" de Leonardo da Vinci



Detalle de "La última cena" : Cristo inscrito en una figura geométrica

Es un fresco realizado por Leonardo da Vinci entre los años 1495-1497. Fue un encargo de Ludovico Sforza, que cubre todo el fondo del refectorio del convento de Santa María delle Grazie de Milán. Leonardo proseguía sus experimentos sobre técnicas pictóricas ( el uso del óleo en los frescos) y sus investigaciones sobre la naturaleza humana, el movimiento orgánico y expresivo de un estado emocional, que no afectara solamente al gesto facial o al ademán, sino que hiciera de todo el cuerpo expresión de los afetti.

Presenta el momento en que Cristo que anuncia a sus discípulos en la última cena la existencia de un traidor que lo entregará. Ante la noticia refleja las distintas reacciones psicológicas de los apóstoles, que contrastan con la impasibilidad de Cristo, centro de la composición en el que confluye la perspectiva, tras la alargada mesa colocada frontalmente, según la tradición iconográfica florentina. A los apóstoles los representa en grupos de tres, entrelazados y diferenciados por edad y carácter; se concatenan con un pathos inédito los síntomas de la turbación causada por las palabras de Cristo.

Las novedades del fresco fueron más allá de la simple caracterización individual, del sfumato modelador del volumen a tenor de la luz o de la perspectiva aérea de las lejanías paisajísticas, que se perciben más allá de los tres vanos del fondo. Lo planteó como una prolongación de la arquitectura real del refectorio de los frailes, con un inteligente juego perspectivo; en una construcción espacial que funciona a la perfección si se la contempla desde los muros laterales, contra los que se apoyaban los asientos de los comensales. La escena es una extensión del espacio real, como si la Cena tuviera lugar en el propio refectorio. Estos recursos no buscaban solo el engaño ilusionista, sino que implicaban la inclusión del significado salvífico del acontecimiento histórico, con todo el poder de su apariencia naturalista, de la instauración del Sacramento de la Eucaristía, a la que asistiría cotidianamente la comunidad del convento y sobre la que podría reflexionar. Las figuras muestran movimiento y contrapposto. Es una composición horizontal.

La Virgen de Las Rocas

Un cuadro, dos versiones: La Virgen de las Rocas

La Virgen de las Rocas es un cuadro de Leonardo da Vinci fechado hacia 1483. En él aparece el nuevo concepto de belleza ideal, las nuevas maneras de tratar la naturaleza y el primer experimento de claroscuro. Composición piramidal, actitud serena, luz proveniente de la izquierda y atmósfera envolvente. La composición piramidal del grupo central contribuye a la exaltación del mensaje, lleno de belleza ideal. El equilibrio conseguido se complementa con la distribución de luces y colores, las actitudes serenas y la atmósfera que lo envuelve todo, en un paisaje soñado. Este cuadro es el comienzo del arte clásico del Cinquecento.

Se encuentra ligado a la iconografía de la Inmaculada Concepción y relata un episodio de los Evangelios Apócrifos. De este cuadro hay dos versiones, una se encuentra en el Louvre y la otra en la National Gallery de Londres.

Las figuras sagradas se pueden inscribir en figuras geométricas perfectas y todas ellas en un triángulo, siguiendo las ideas del romano Vitruvio.

El drama sagrado está rodeado por las sombras de una húmeda caverna. El fondo se abre sobre un milagroso resquicio de luz, que se aleja entre los picos de las rocas, lo que aumenta el relieve plástico de las figuras en primer plano. Una de las diferencias entre las dos versiones es el dedo del ángel Uriel, que actúa como indicador escénico, precepto recomendado por Alberti en su tratado. De la segunda versión elimina este gesto, ya que Leonardo desea desterrar todo tono de excesiva literalidad.

La Gioconda


"La Gioconda"


La Mona Lisa o Gioconda,
obra realizada entre 1503 y 1505, muestra a una mujer joven, anónima o de identificación incierta, que toma el fresco en la terraza de su casa frente a un paisaje profundo de altos peñascos e inundados valles. La actitud de la modelo rebosa comedimiento: cruza las manos como se suponía debían hacerlo las mujeres según las normas establecidas del decoro; aunque su vestido es sencillo y púdico no disimula sus formas; su rostro, marcado por la famosa sonrisa, revela sentimientos interiores deliberadamente disimulados , y por tanto, difíciles de discernir: el amor modesto, la ironía o por el contrario, la ternura.
Es una composición piramidal perfecta, en la que muestra interés por la proporción, con contrapposto (está vuelta para evitar la frontalidad, buscando profundidad). La figura, de medio cuerpo, está sentada, con paisaje detrás, la luz entra por la izquierda y deja un incipiente claroscuro. Utiliza el sfumato en los contornos de las figuras (dando sensación de atmósfera). El sfumato o "esfumado" es similar a la práctica consistente en mostrar la alteración de la luz del cielo, más pálido en el horizonte que en el cénit o el azulado del paisaje a lo lejos, modificado por un aire muy denso que separa al observador del objeto observado, una técnica conocida con el nombre de perspectiva aérea; a la que Diderot definió como "una forma de sumergir los contornos en un ligero vapor". El paisaje es irreal, con movimiento contenido. Es un retrato que plasma la belleza ideal (sonrisa, manos, serenidad).
Las manos son un elemento expresivo fundamental, añade la indagación del carácter ( il moto dell'anima o estado de ánimo) y el modelado con la luz y la sombra. Es el exponente más acabado del retrato leonardesco.

Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci (1452-1519): Es un pintor que personifica el tránsito del Quattrocento al Cinquecento. Muy intelectual, une arte , ciencia y filosofía: es un hombre del Renacimiento. Busca bases científicas para sus obras. Le interesó sobremanera la nueva técnica del óleo por la brillantez y variedad de los colores; y eso le llevó a investigar procesos aplicables al fresco que hicieran viable las correcciones, aunque los resultados no fueron los esperados.

En sus obras refleja la preocupación por reducir el cuadro a lo fundamental, a la esencia de la naturaleza y del hombre; la fusión del ser humano con la naturaleza que le rodea es la esencia misma del alma. De ahí el carácter de quietud, de armonía, entre los personajes y el entorno que traslucen sus obras. Pero su intimismo no está exento de trabajo intelectual. Para él la pintura es un trabajo meticuloso en el que el pintor ha de tener en cuenta la luz, las tinieblas, el color, el cuerpo, la figura, la posición, el distanciamiento, la proximidad, el movimiento y el reposo. Preocupación constante del artista fue el tratamiento de la luz: la luz que no debía definir los perfiles de un cuadro de manera nítida, ya que en la realidad tampoco lo hace, sino por el contrario, matiza los contornos. De esta idea le vino esa manera sutil de graduar el paso de la luz a la sombra, el sfumato, que caracteriza su producción pictórica, y que consiste en el desvanecimiento de los contornos. La línea pierde intensidad y los contornos de los rostros se hacen, merced a esa gradación lumínica mucho más reales.

La matización de la luz se extiende a toda su obra y los colores responden también a esa diferencia de la luz. El uso de colores complementarios en los personajes principales consigue centrar la atención del espectador en aquello que Leonardo quiere realzar. Emplea una gama de colores para el fondo y otra para los personajes. Los fondos presentan una gama cálida en tonos apagados, con predominio de castaños u ocres; los personajes llevan una mezcla de colores fríos y cálidos, empleando los colores complementarios para realzar lo fundamental: la “Virgen de las Rocas” o la “Última Cena” son un buen ejemplo.

La composición de figuras entrelazadas, una encima de otra, son el resultado de un largo proceso de estudio del artista, del que se tienen testimonios gráficos y literarios. Rompe con el hieratismo de una figura sirviendo de trono a la otra, elaborando una composición piramidal, de volúmenes entrelazados y movimientos armónicos, que se compaginan con gestos amables, transmisores de un nuevo concepto artístico llamado grazia.

Otro de sus intereses es la búsqueda de modelos reales que se correspondieran con sus personajes. Esa búsqueda incesante le llevó a retrasar obras como la Última Cena, ya que no encontraba rostros adecuados para Cristo y Judas.

Se interesa por la valoración del medio atmosférico que envuelve a las figuras (perspectiva aérea), esto provoca una gran riqueza cromática y el sfumato de los contornos (artificio pictórico consistente en prescindir de los contornos reales y precisos del Quattrocento, envolviéndolo todo en una niebla imprecisa que difumina los perfiles y produce la inmersión en la atmósfera).

Introdujo un nuevo sentido de la vida en las imágenes, por medio del empleo de la expresión y el movimiento, incluso en personajes sentados, cuya falta de estabilidad quedaba contrarrestada por los esquemas geométricos con los que controlaba sus composiciones de figuras o grupos. La visión natural del movimiento del cuerpo humano y la caracterización de los personajes, le convertirán en maestro del retrato gracias a su técnica del óleo y del sfumato; dulcificaba el modelado sin perder volumen, las gradaciones de luz y sombra y la perspectiva aérea, que transformaba relieve, definición y colorido en las distancias.

Trabajó en Florencia , Milán y Francia. Entre otras obras destacan: “La Gioconda”, “La Madonna de las Rocas”, “La adoración de los Reyes Magos”, “La última cena” y “Santa Ana, la Virgen y el Niño”

lunes, 6 de abril de 2009

La Pintura del Cinquecento en Italia

Detalle de la Virgen de las Rocas.
La composición del Cinquecento

CARACTERÍSTICAS GENERALES

      1. Dominio de la perspectiva: Lineal y atmosférica.

      2. Pérdida de interés por los grandes escenarios.

      3. La arquitectura sirve para realzar la monumentalidad de las figuras.

      4. Se destaca el tema principal de la obra, con composiciones clásicas que se inscriben en formas geométricas de las que se eliminan los detalles anecdóticos.

      5. El objetivo del artista es la representación de tipos humanos de belleza eterna e intemporal, se centran en el hombre, en sus reacciones y sentimientos. Por ello se usaban modelos reales, que pudieran servir de referencia de un tipo de persona. Interesaba plasmar las relaciones de los personajes entre sí; la realidad del momento representado.

      6. La luz sirve, no solo para crear volúmenes, sino también para difuminar los contornos de las figuras, abandonando las formas (sfumato). El tratamiento lumínico de los rostros, que podía acentuar o mitigar expresiones y gestos de los personajes.

      7. Se mantiene el interés por la representación del movimiento. El autor tiene tarea mental para concebir la obra, que es el trabajo fundamental, explicando las tareas inacabadas.

      8. Abandono del temple y adopción del óleo desde que Antonello da Messina transmite esta técnica a los pintores venecianos durante su estancia en la ciudad de los dux (1475-1476) .

      9. Los colores se fusionaron, gracias a la técnica del óleo, que permitía traducir el alejamiento mediante la degradación de los tonos y los contornos (perspectiva aérea).

      10. Las composiciones, inicialmente estáticas y a menudo, triangulares, tendieron hacia una mayor complejidad y dinamismo. En el Cinquecento la obtención de efectos de claroscuro mucho más contrastados contribuyó a difuminar los contornos y a crear un modelado ilusionista cuyo ejemplo más extremo es el “sfumato” leonardesco. Los lienzos suelen mostrar pocas figuras distribuidas de modo tal que configuran un espacio cerrado, único para ellas: es la denominada composición cerrada

      11. El deseo de transmitir la sensación de vida a través de la calidad de la piel, el realismo de las posturas, el movimiento y la presencia psicológica, definida por Leonardo como “estado de ánimo”; a pesar de ello buscaron mucho más la belleza y la armonía.

      12. El estudio de la civilización grecorromana condujo a los artistas hacia un ideal de perfección e influyó en la elección de decorados arquitectónicos y los motivos denominados “grutescos” (decoración mural consistente en figuras caprichosas, mitad humanas, mitad vegetales; éstos se disponían en los espacios secundarios, en torno a un eje central). La filosofía propugnaba un ser humano ideal tanto en sus proporciones y musculatura como en la definición del óvalo del rostro, la nariz rectilínea, la frente triangular, la expresión contenida y el equilibrio dinámico del cuerpo mediante el contrapposto. Este modelo culminó con la pureza clásica de Rafael durante el Cinquecento. Además, Vitruvio, arquitecto romano del siglo I a.C. enseñaba que la figura humana podía inscribirse dentro de una de las figuras geométricas perfectas (cuadrado, círculo)

      13. La temática continuó siendo la misma:

        - Religiosa: se introducen nuevos santos o nuevas formas de representar a los santos tradicionales como reflejo de las preocupaciones de la época. (San Jerónimo en su estudio, como un humanista)

        - Los temas mitológicos.

        - Los temas históricos: sobre todo conmemoración y exaltación de batallas entre las Ciudades Estado italianas (La batalla de Anghiano y La batalla de Cascina de Leonardo da Vinci y de Miguel Ángel, respectivamente).

        - El retrato: El paisaje empieza a tener más importancia, sobre todo en Venecia.