lunes, 7 de junio de 2010

El Romanticismo: Alemania y Friedrich

El monje frente al mar

Caminante frente al mar de niebla

Caspar David Friedrich

El romanticismo alemán destaca en la pintura del paisaje, al que sublima, ante el que puede sentir miedo, pavor, pero también admiración ante lo grandioso e inconmensurable de la naturaleza.

Otras características son: interés por los edificios medievales, por los grandes paisajes de montañas, ante los cuales el hombre se siente empequeñecido; presencia de elementos hostiles y desatados de la naturaleza; perspectivas muy forzadas (barrancos, abismos) que denotan una naturaleza salvaje; presencia de cementerios, símbolo de glorias pasadas y a las que se recurre para cimentar el ideario político nacionalista. sobrecogimiento,

Caspar David Friedrich (1774-1880)

Toma apuntes del natural, en ese momento importante novedad, pero que más tarde se convertirá en fundamental para los impresionistas. A Friedrich le influye la tradición paisajística holandesa a la que le da un nuevo sentido, plasmando sus sentimientos en el paisaje representado. Trata de recoger el misterio, la armonía de la naturaleza a la que aporta su mundo interior y le otorga un carácter casi religioso; le da efectos de nocturno y carácter evocador. Sus obras más importantes son “El monje frente al mar” y “Caminante frente al mar de niebla”. En estas obras representa el concepto de lo sublime, de la naturaleza que sobrepasa, que empequeñece a la figura humana. El hombre se presenta como un ser insignificante frente a la naturaleza, su grandeza y poderío; lo que despierta sentimientos de desasosiego a la par que sobrecogimiento y admiración al espectador que lo contempla.

En “Caminante frente al mar de niebla”, Friedrich enfatiza la intensidad emocional situando una figura en primer plano ante la inmensidad del paisaje. Al estar de espaldas, el personaje se sitúa en la posición del espectador con lo que éste puede identificarse con la figura y tomar su propio punto de vista. En “El monje frente al mar” el autor reduce la magnificencia de la naturaleza a dos grandes franjas de color, una de cielo y otra de tierra. La figura humana representada en el monje aparece de manera insignificante.

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