En 1140 se levanta la primera construcción del gótico: la Abadía de Saint Denis Panteón Real impulsada por el abad Suger.Este consideraba que una edificación que ayudara a recordar la belleza de Dios, permite, mediante su contemplación acercarse a él. Al Abad le debemos la apertura de unas enormes cristaleras en el ábside que proporcionaban una inusitada claridad en el interior. Este sorprendente efecto llevó a la mayor parte de los maestros constructores a emular lo realizado en Saint Denis. Surgen así los claristerios del arte Gótico, alcanzando su máxima expresión en la Sainte Chapelle. La inscripción que el abad mandó labrar en la iglesia, recoge la impresión que causaba la nueva obra:
"Cuando el coro nuevo fue sumado a la vieja fachada, el centro del santuario brilló en todo su esplendor. Resplandeció esplendorosamente lo que se había añadido y la obra soberbia, inundada por una luz nueva, resplandeció. Y fui yo, Suger, quien en mi tiempo engrandecí este edificio. Y se hizo bajo mi dirección"
El abad Suger al igual que el resto de fieles de la época, creía que el interior de las iglesias debía representar la Jerusalén Celeste, que al decir de las Escrituras era todo transparencia. Por ello, se propuso llenar la iglesia de luz, suprimiendo los muros y solicitó a los maestros de obras que trazaran con el nuevo arte de ojiva toda la cabecera y el cucero de la iglesia. El arco apuntado y su sistema de contrarresto permitían eliminar el muro y sustituirlo por las cristaleras de colores que recordaban el brillo de las piedras preciosas y de los relicarios, y que, al mismo tiempo facilitaban la entrada de la luz en el edificio. Es a partir de este momento, cuando los dos grandes elementos definidores del gótico quedaron fijados: la búsqueda de la luz y el sistema constructivo que permite sustituir el muro por las vidrieras. Ambos irán evolucionando, intentando alcanzar mayor altura y claridad.
"Cuando el coro nuevo fue sumado a la vieja fachada, el centro del santuario brilló en todo su esplendor. Resplandeció esplendorosamente lo que se había añadido y la obra soberbia, inundada por una luz nueva, resplandeció. Y fui yo, Suger, quien en mi tiempo engrandecí este edificio. Y se hizo bajo mi dirección"
El abad Suger al igual que el resto de fieles de la época, creía que el interior de las iglesias debía representar la Jerusalén Celeste, que al decir de las Escrituras era todo transparencia. Por ello, se propuso llenar la iglesia de luz, suprimiendo los muros y solicitó a los maestros de obras que trazaran con el nuevo arte de ojiva toda la cabecera y el cucero de la iglesia. El arco apuntado y su sistema de contrarresto permitían eliminar el muro y sustituirlo por las cristaleras de colores que recordaban el brillo de las piedras preciosas y de los relicarios, y que, al mismo tiempo facilitaban la entrada de la luz en el edificio. Es a partir de este momento, cuando los dos grandes elementos definidores del gótico quedaron fijados: la búsqueda de la luz y el sistema constructivo que permite sustituir el muro por las vidrieras. Ambos irán evolucionando, intentando alcanzar mayor altura y claridad.
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