
El abad Bernardo de Claraval, superior de la orden del Cister se enfrenta a la visión artística y religiosa sostenida por el abad Suger y que éste deja patente en en la Basílica de Saint Denis. Autor de la reforma religiosa del Cister hacía hincapié en la pobreza, sencillez y la austeridad, tanto de ornamentos y construcciones como de la forma de vida monástica. Los monasterios cistercienses se caracterizan por la austeridad y la funcionalidad. Austeridad manifestada en la absoluta desnudez de sus iglesias y demás dependencias del monasterio: ni capiteles, ni pinturas, tapices o retablos. Una única imagen ocupaba el ábside: un crucifijo, tan severo y sencillo como el arte de los monasterios cistercienses. Nada debía distraer a los monjes en sus oraciones. El exceso ornamental del románico era rechazado totalmente.
El año 1098, unos cuantos monjes del monasterio benedictino de Molesmes se trasladaron a Cîteaux para vivio una existencia humilde y apartada de las luchas cotidianas, del enfrentamiento continuo con la realidad corrupta, con el tumulto de de la vida mundana. Esta nueva concepción rigorista no dio pie en sentido estricto a un nuevo estilo artístico; pero sí a una nueva manera de concebir el arte: éste debía abandonar la ostentación y la carga decorativa extrema a la que había llegado el románico. Lo común a los monasterios cistercienses fue la concepción de éstos como una auténtica ciudad aislada del mundo exterior y autosuficiente. Los monjes del Cister no debían, además, tener contacto con el mundo para que sus almas estuviese a salvo de los peligros y tentaciones de éste
Los monjes cistercienses, en número de doce, al igual que los Apóstoles, fundaron numerosos monasterios, en lugares aislados y en muchos casos, despoblados y sin roturar; a las que convirtieron en nuevas tierras de cultivo. Los monjes blancos, ayudados por los canteros, levantaron sus monasterios.
El primer edificio que materializó los ideales del arte cisterciense fue el monasterio de Fontenay, terminado en 1134., y su ejemplo se expandió por Europa. Las diferencias entre unos y otros es mínima. La iglesia era de planta de cruz latina, con bóveda de crucería simple, transepto y ábside poco profundo. Carece de tribuna ni triforio. Tampoco la fachada es llamativa; es discreta y severa, sin torres ni ornamentación. La decoración de las arquivoltas es simple: en zigzag o vegetal. Tampoco se permiten las vidrieras de colores, que se sustituyen por alabastro o vidrios transparentes.
Aparte de la iglesia destacan: el claustro alrededor del cual se disponían las distintas dependencias de los monjes; la sala capitular. el refectorio o la biblioteca. Otras dependencias estaban en el piso de arriba (el dormitorio) o en edificios anejos y separados: sala de conversos, noviciado, la cilla, almacenes y bodegas.
Los monasterios cistercienses estaban unidos a la casa madre por vínculos estrechos. En España destacan Poblet y Santes Creus (Tarragona), Las Huelgas (Burgos), Santa María de Sacramenia (Segovia), y Santa María de Huerta en Soria, entre otros.
El año 1098, unos cuantos monjes del monasterio benedictino de Molesmes se trasladaron a Cîteaux para vivio una existencia humilde y apartada de las luchas cotidianas, del enfrentamiento continuo con la realidad corrupta, con el tumulto de de la vida mundana. Esta nueva concepción rigorista no dio pie en sentido estricto a un nuevo estilo artístico; pero sí a una nueva manera de concebir el arte: éste debía abandonar la ostentación y la carga decorativa extrema a la que había llegado el románico. Lo común a los monasterios cistercienses fue la concepción de éstos como una auténtica ciudad aislada del mundo exterior y autosuficiente. Los monjes del Cister no debían, además, tener contacto con el mundo para que sus almas estuviese a salvo de los peligros y tentaciones de éste
Los monjes cistercienses, en número de doce, al igual que los Apóstoles, fundaron numerosos monasterios, en lugares aislados y en muchos casos, despoblados y sin roturar; a las que convirtieron en nuevas tierras de cultivo. Los monjes blancos, ayudados por los canteros, levantaron sus monasterios.
El primer edificio que materializó los ideales del arte cisterciense fue el monasterio de Fontenay, terminado en 1134., y su ejemplo se expandió por Europa. Las diferencias entre unos y otros es mínima. La iglesia era de planta de cruz latina, con bóveda de crucería simple, transepto y ábside poco profundo. Carece de tribuna ni triforio. Tampoco la fachada es llamativa; es discreta y severa, sin torres ni ornamentación. La decoración de las arquivoltas es simple: en zigzag o vegetal. Tampoco se permiten las vidrieras de colores, que se sustituyen por alabastro o vidrios transparentes.
Aparte de la iglesia destacan: el claustro alrededor del cual se disponían las distintas dependencias de los monjes; la sala capitular. el refectorio o la biblioteca. Otras dependencias estaban en el piso de arriba (el dormitorio) o en edificios anejos y separados: sala de conversos, noviciado, la cilla, almacenes y bodegas.
Los monasterios cistercienses estaban unidos a la casa madre por vínculos estrechos. En España destacan Poblet y Santes Creus (Tarragona), Las Huelgas (Burgos), Santa María de Sacramenia (Segovia), y Santa María de Huerta en Soria, entre otros.
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